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Puedes llegar al cielo (IV): rezar juntos es despertar

Gacho

Vivimos en un mundo más interconectado que nunca, con más información, con más cosas a nuestro alcance, así como con más distracciones.  Sin embargo, nos topamos con gente que comenta: “Estoy abrumado; o, mi hija está abrumada con su trabajo, su casa, sus hijos, su esposo, su vida social”.

Notamos que hay algo mayor detrás de esto como una falta de sentido de vida que está causando tristezas, depresiones, vacíos en el corazón.  ¿Despiertas ante las necesidades de quienes frecuentas?

Acompañar es sanar

Cuando acompaño a alguien, me pongo junto a él, intento meterme en sus zapatos, es la única forma de ayudar a sanar sus heridas, lo ayudo a enfrentar la vida misma. El simple hecho de estar con esa persona le da fuerzas para seguir o para mirar desde otra perspectiva la circunstancia en la que se encuentra.  Acompañar es sanar, es una buena forma de despertar ante las necesidades de quienes frecuentamos.

Como cristiana pienso: ¡qué tiene tu mirada Jesús, que transforma corazones, los sana! Y es que Tú nos ves como lo que podemos llegar a ser, como nos pensaste desde un inicio. Nos amas por lo que somos, hijos tuyos.  El pecado, o nuestras malas acciones, no nos definen, pues siempre podemos tener mejores elecciones recordando que Tú, Jesús, quieres llevarnos al Cielo.

Por eso ver a través de Tu mirada transformadora nos impulsa también a despertar ante esas necesidades de los demás.  Como lo hiciste con Mateo, el recaudador de impuestos, quien era odiado y despreciado. Ver más allá de los pecados, fracasos y debilidades de cada persona; ver cómo nos soñaste, es ver a través de Tu mirada.  Y tú, que estás leyendo este escrito, te preguntarás: ¿cómo más puedo lograr despertar ante las sensibilidades y necesidades de otras personas?

Rezar juntos es despertar

Y es “… un fruto de la caridad en la comunidad: la oración en común −decía Benedicto XVI−. La oración personal es ciertamente importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que —incluso siendo muy pequeña— es unida y unánime, porque ella refleja la realidad misma de Dios uno y trino, perfecta comunión de amor”.

Cuando rezamos juntos despertamos ante las necesidades de quienes frecuentamos, el dolor de cada uno es el dolor de todos.  Al rezar juntos movemos a Dios a atender nuestras peticiones, pero lo más ‘touching’ es que nos regala Su presencia entre nosotros.

 “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los cielos se lo concederá.  Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 19-20).

Lo constructivo de rezar juntos

Da un sentido de comunidad

Al rezar con más personas se produce una conexión espiritual que genera un impacto positivo en cada uno, creando un sentido de comunidad.

Sentido de calma

En medio de los avatares de la vida, la práctica de la oración conjunta fomenta un sentido de calma, llevando a muchos a encontrar una paz interior.

Fortalece lazos

Al rezar por intenciones compartidas de un grupo de personas se fortalecen lazos de amistad, que animan a la constancia y perseverancia de esta actividad u otras.

Enciende corazones

Es una forma de mantener nuestros corazones encendidos hacia Dios.

Reflexión

Nos permite tener un momento de reflexión personal ante las necesidades de los demás.  Alienta a las personas a querer contribuir en el bienestar de los demás en su diario vivir.

Solidaridad

Se fomenta la solidaridad y unidad que influye recordando el cuidado de los otros.

Fortaleza espiritual

Que nos lleva a crecer en la fe y a enfrentar las adversidades de la vida.

Redefine el éxito

Muy probablemente nos invitará a redefinir el éxito, y así nos dejaremos de enfocar en los placeres que nos muestra este mundo: el adquirir más cosas materiales, querer vivir viajando, llegar a tener un cargo alto en una empresa, etc. y más bien luchar por alcanzar tu verdadera meta: Ir al Cielo.

A ti que estás leyendo, te animo a que si aún no forma parte de tu vida esta práctica, busques o fomentes hacerlo entre conocidos.

Algunas ideas: rezar el rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia, el Rezo de las Madres por los hijos y novenas.

Rezar juntos es una forma de acompañar, de expresar cariño, de despertar ante las sensibilidades de quienes frecuentamos; pero más que nada es servir a Jesús, quien a través nuestro entra en los corazones de los que están a nuestro lado.

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