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Preparar el corazón en el Adviento

Maria es madre

El Reino de los Cielos está dentro de ustedes, dijo un día el Señor. Eso quiere decir que un alma en gracia tiene dentro de sí un mundo muy rico, porque tiene la capacidad de tener a Dios, Uno y Trino, Creador del mundo, del universo, al Señor de la historia. ¡Que no es poco!

Dios dentro de nosotros, con nosotros. Es un misterio y a la vez una realidad. Por eso, lo trágico de la existencia humana es que haya personas que, pudiendo vivir con Dios y tratarlo como un amigo, elijan ignorarle y pasar la vida sin disfrutar de la máxima riqueza que se puede tener.

El Señor quiere estar con nosotros, nos lo dice la Escritura: envió a su Hijo nacido de una mujer. Si te paras a pensarlo es algo muy fuerte: Dios con nosotros, entre nosotros.

Justamente eso es el Adviento. Darnos cuenta de que Dios está con nosotros, se ha hecho hombre de que estaba anunciado desde los tiempos arcanos, y por eso es un tiempo de espera, de expectación, de lo más grande posible: la venida del Niño Dios en la Navidad.

Son unas semanas en las que la Iglesia nos invita a preparar el corazón repitiendo una y otra vez esta frase: ¡Ven Señor, no tardes!

El Shopping a mansalva

Mucha gente durante estas fiestas no espera la venida de Jesús, sino que lo que esperan son regalos y diversión. En Navidad, muchos se visten de fiesta sin saber lo que van a celebrar porque han quitado a Dios de en medio.

La Iglesia quiere, como buena madre, que a nosotros no nos ocurra lo mismo, que esos días no se conviertan en la fiesta llena de regalos y comidas; que no se reduzca todo a preparar la Nochevieja: a qué fiesta iré, qué ropa me pondré, cómo me pintaré este año, con quién iré.

Hay unas palabras de San Pablo que me parecen muy apropiadas: Dense cuenta del momento en que viven, ya es hora de despertarse del sueño porque ahora nuestra salvación está cerca.

No olvidarse de Dios

¿Por qué la gente se olvida de que Dios nace en un portal? Quizá piensan que es absurdo esperar con sorpresa algo que ocurrió hace dos mil años. Y podemos creer que en parte tienen razón, que es verdad. Quizá sucede eso porque no se paran a meditar en lo que significa realmente el nacimiento de Jesús, por eso no viven el Adviento y no se preparan para un misterio tan grande.

Eso es lo que quiere la Iglesia, quiere que nos vayamos acercando poco a poco al Portal para descubrir sorprendido que el Reino de los Cielos está entre nosotros, que Dios está con nosotros. Quiere que vayamos con los pastores hacia una luz que sale de un establo cercano a Belén.

Estar en tensión ante algo increíble que va a suceder, eso es el Adviento. Por eso contamos los días que faltan para el 24 por la noche. Se trata de llegar preparados y ponernos de rodillas para saludar el milagro del nacimiento de Dios en la tierra.

Cada año, el Belén nos llama con su silencio. Es una noche mágica donde nos sorprendemos al descubrir la mirada de María a Jesús Niño, es algo que no nos puede dejar indiferente. Es una noche donde, si lo piensas bien, esa criatura que mueve los brazos y las piernas sin mucho orden, que está con los ojos cerrados, es Dios y volvería a nacer una y mil veces por amor a los hombres.

Si esto se supiera, mucha gente estaría también repitiendo como nosotros: ¡Ven Señor, no tardes! Caerían en la cuenta de la maravilla que es tener a Dios en sus vidas, y por eso estarían expectantes. Esta meditación nos habla de la liturgia del Adviento:

Meditación

Y ¿cómo nos podemos preparar? ¿Qué hicieron la Virgen, San José, los pastores, los Magos?

Hicieron cosas que en principio no les apetecía, que les costaba. San José y María tuvieron que hacer un viaje de cuatro días en burro, incómodo, cansado, comiendo por el camino y durmiendo encima de una esterilla… Luego llegaron a Belén, les cerraron las puertas de la posada y, después, dar a luz en una cuadra, un sitio donde viven animales…

Los pastores estaban descansando después de una jornada de trabajo, cuando se les apareció un ángel para decirles que algo había ocurrido, algo tan especial como el nacimiento de Jesús. En seguida se levantaron a pesar del sueño y del frío y fueron a ver al Niño
¿Y los Reyes Magos? Recorrieron un camino lleno de sacrificio, de imprevistos, de incertidumbres, pasaron sueño y sed… Pero, al final, gracias a todo eso llegaron y pudieron ver al Niño Jesús, a su Madre y a San José.
Todos recorrieron su camino, se prepararon con sacrificios.

¿Qué haremos nosotros?

Muy fácil, piensa en algunas cosas que te cuesten para ofrecérselos a Dios y preparar así la Nochebuena. ¿Sabes lo que más le gusta al Señor? Que vayas a Misa cuantos más días mejor, eso cuesta porque a lo mejor no tenemos mucho tiempo o ninguna gana.

También puedes preparar el corazón acogiendo a los demás. A los que a veces te resultan cargantes e inoportunos. A veces acogerles es recibirles con una sonrisa, que no se note tu fastidio. Que busques hacerles la vida más fácil. Esta meditación nos da varias pautas al respecto

Pausa para el alma

Si lo hacemos por el Señor, entonces te asomarás al establo y descubrirás el tesoro que nos ha caído del cielo: a Dios con nosotros. Un tesoro que te hará rica por dentro y vivirás la Navidad como Dios manda.

Vamos a pedirles ayuda a María y a José: ayudadnos a vivir este Adviento, a esperar con obras la venida de Jesús.

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