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SIN DUDA

sin duda

Hoy día, en el evangelio de la Misa, aparece el Señor Jesús, pero aparecen también dos mujeres. Una niñita de 12 años y una mujer que lleva 12 años enferma.

Son dos mujeres; una de edad muy corta y otra que no sabemos exactamente la edad. Pero son dos mujeres a las que el Señor se acerca; pasa muy cerca de sus vidas y las ayuda.

MIRAR AL SEÑOR

Y nosotros, hoy día podemos aprovechar a mirar al Señor, a mirar a la gente que rodea a Jesús, que le pide cosas, que lo apretujan queriendo acercarse, queriendo hablarle, queriendo tocarlo…

Nosotros también podemos mirar estas escenas y aprender mucho. Y pedir a Jesús; cosas importantes, cosas profundas o sencillamente quizá: ¡Mirar al Señor! ¡Estar con Él!

“Mirar a Jesús, y que Tú, Jesús, me mires a mí. Y que Tú, Jesús, te acerques a mí. Porque tu cariño, el cariño a tu Sagrado Corazón, te trae a mí, te acerca a mí, vienes a mí, Señor, por lo cariñoso que eres Tú.”

Qué bueno para estas dos mujeres; para esta niña de 12 años y para esta mujer que tiene hemorragias desde hacía 12 años. ¡Qué bueno para estas dos mujeres, que Jairo se decidiera! Fue clave para estas dos mujeres.

Bueno, en verdad esta niña de 12 años era hija de Jairo. Aquella otra mujer, la de las hemorragias, no sabemos si conocía a Jairo, probablemente sí, porque era un hombre muy conocido ahí.

JAIRO DECIDE

Pero que importante para las dos. “Y en un mismo día… ¡Que Jairo se decidiera! Que Jairo se acercara a Ti, Jesús.”
Y lo cuenta san Marcos, hace un poquito de contexto, dice:

“En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla y se le reunió mucha gente a su alrededor; y se quedó junto al mar.”

(Mc 5, 21)

Es lago, el lago de Genesaret, y sigue contando san Marcos:

“Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón tus manos sobre ella, para que se cure y viva»

(Mc 5, 22-23)

Y cuenta san Marcos, la reacción de Jesús:

«Y se fue con él. Y le seguía mucha gente que lo apretujaba”

(Mc 5, 24)

A LOS PIES DEL SEÑOR

“Así reacciona Jesús, así reaccionas Tú, Jesús.” Pero ¡Qué bueno que Jairo se lanzara! ¡Qué bueno que Jairo te fuera a buscar! Uno no sabe realmente ¿Quién es el más lanzado? o ¿Quién es el que tiene más ganas de acercarse al otro?

Claramente Jairo tiene muchas ganas de acercarse a Jesús. “Se acerca a Ti, Señor.” Y cuenta san Marcos que se pone a los pies del Señor, era un hombre importante y se pone a los pies de Jesús ¡Rogándole con insistencia!

Claro, imagínate cómo no va a rogar un papá por su hija, por su niña de 12 años que está al borde de la muerte. Claro, un papá: ¡Cómo reza! ¡Cómo ruega, al Señor! Así se acerca Jairo, vemos a Jairo que se acerca al Señor con decisión, con fuerza.

Pero vemos también a Jesús; y esto es muy bonito, hay que verlo con los ojos del corazón, de la imaginación. “Contemplar”: así se llama esto. Ver a Jesús reaccionar…

ACERCARSE A JESÚS

Ver cómo Tú, Señor, te compadeces y sientes como algo tuyo, algo que hasta ese momento, era solo de Jairo. Pero basta que Jairo te lo ponga ante los ojos, te lo pida, Señor, que te explique la necesidad que tiene y ya aquello que era de Jairo, sigue siendo por supuesto de Jairo, en lo más profundo de su corazón ¡su hija!

Pero ya no es solo de Jairo, es también tuya Señor y con una fuerza, con una vehemencia, con una necesidad… Porque tu cariño, porque tu corazón, Jesús, es tan grande, tan bueno…

Por eso ¡Que acertado Jairo de acercarse a Jesús! De exponer al Señor lo que necesita. De exponérselo tal como lo siente, con la fuerza, con la vehemencia, con la urgencia…

Porque el Señor lo hace suyo, con más fuerza ¡Que buena esta decisión! Porque fue una decisión clave para que aquella niña, aquel mismo día se sanara, se pusiera en pie y anduviera por ahí.

JESÚS, TU NO FALLAS

Fue una decisión clave la de Jairo, porque se ve en un ratito más, lo cuenta san Marcos, cómo el Señor se pone en camino, lo apretuja la gente y entre ellos se acerca aquella mujer que tenía hemorragia, -por eso se le llama así: “la hemorroisa”-.

Ella tenía hemorragia hacia doce años, había estado con varios médicos tratando que la ayudaran, no había resultado. Y aquella mujer con fe en el corazón, con fuerza en su brazo, se acerca el Señor, toca el borde de su manto, y queda curada.

Es que, esto también vale la pena que lo contemplemos hoy día, que Tú, Jesús, no fallas. Así, ¡Jesús, no fallas! Haces tuya aquella urgencia, haces tuya aquella necesidad de Jairo de su hija, y vas con él.

Aunque haya que pasar por un apretuje de gente, qué, cómodo no sería; con calor, con polvo, con esos apretujes que no dejan andar, y con urgencia de andar rápido, porque la niña se moría…

Bueno, y Tú, Señor, te metes en esos apretujes con cariño, porque ¡Tú, no fallas!

SIN DUDA

Luego otro punto: -Quizás podemos; contemplar, fijarnos, porque también puede ser un día de nuestra vida. Quizás, Tú, también Señor, con esto quieres decirnos alguna cosa, o animarnos, o algo…
Porque se ve, que Jesús, cuando cura a la hemorroisa, dice:

«Pues ella decía: «Con solo tocarle el manto me curaré.» Inmediatamente se le secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.» Jesús, notando que había salido una fuerza de Él, se volvió en seguida en medio de la gente y preguntaba: ««¿Quién me ha tocado el manto?» Sus discípulos le contestaron: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»» Pero Él seguía mirando a su alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces, la mujer, se acercó asustada y temblorosa al comprender lo que había ocurrido, se echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»»

(Mc 5, 28-34)

Fíjate como, claramente, el Señor, sabía a quién había curado, y cómo había curado. No era como si un ladrón se acerca alguien y le roba la billetera del bolsillo y sale corriendo. A Jesús no le robaron la curación, o la salud…

Evidentemente Jesús sabía de qué se trataba todo esto, pero da la impresión de que a Él le interesa que aquella mujer manifieste ante los demás, la salud que ha conseguido.

SIN DUDA, CON FE

La fe que la ha llevado a acercarse a Él, y a tocarlo. A Jesús le interesa; por aquella mujer, por la gente que lo rodea, ¡Que se sepa! Que se sepa la fe de aquella mujer. Que se sepa, lo que la fe en aquella mujer, ha conseguido: la salud que el Cielo le ha regalado por su fe.

Mira, fíjate cómo el Señor, pone las condiciones, ayuda, anima, a que esta mujer manifieste lo que Dios ha hecho, las grandezas que Dios ha hecho en ella.
Uno lo ve en la Virgen, cuando ella misma dice en el Magníficat:

“Mi alma engrandece al Señor”

¡Qué bueno es esto! Tú, Señor, le pones en bandeja a aquella mujer, la animas a dar testimonio de las maravillas del Señor, de las bondades del Señor, de lo bueno que es Dios.

Y de lo bien que nos hace, cuando nosotros tenemos esa sensatez, esa sabiduría del agradecimiento, de dar la gloria a Dios, de tratarnos entre todos como hermanos, que recibimos todos los beneficios de Dios.

EL SEÑOR NOS ANIMA

El Señor ayuda a esta mujer, anima a esta mujer, a tener fe y a mostrar su fe. Y luego se acercan a decirle a Jairo que su hija había fallecido, y Él, ahora anima a Jairo, le dice: ánimo, ten fe.

Fíjate, el Señor anima, anima a esta mujer, anima a Jairo. Luego cura a esa niña, la levanta de la mano y dice: “«Talitá kum»”
También la anima a levantarse, y luego anima a su papá y a su mamá a que le den de comer, que la traten con cariño, a que cuiden de ella.

Vale la pena que contemplemos con cariño, con agradecimiento, con esperanza, con fuerza, a Jesús, lo bueno que es Jesús. Que le manifestemos al Señor las cosas, como Jairo, porque Jesús no falla.

Y un segundo punto: Que quizá Jesús nos anima a que manifestemos más las cosas de Dios. El Señor anima, anima más, porque nos hace muy bien a nosotros, porque puede dar mucha luz a nuestro alrededor.

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