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SERVIR A DIOS EN LOS DEMÁS

testigo

IMITEMOS EL CORAZÓN DE NUESTRO SEÑOR

Continuamos en este tiempo de Cuaresma, estos cuarenta días, en los que  la Iglesia nos invita a meternos en el corazón del Señor, nos invita a recogernos un poco, mirar hacia adentro, para prepararnos para celebrar estos misterios tan importantes de la vida del Señor; su pasión, su muerte y su resurrección.

Son días maravillosos porque vamos a ir un poco acercándonos a Él, yendo un poco más hacia su intimidad, conocerlo un poco mejor y así poder prepararnos interiormente.

Vamos a comenzar este rato de oración, estos 10 minutos,  agradeciéndole el Señor que nos haya dado estos días de Cuaresma, estos días que sí quizá estamos haciendo algún sacrificio que nos cuesta un poquito más, pero que vale mucho la pena, porque vamos pareciéndonos cabe más a Él que se entregó por nosotros.

Y hoy el Evangelio nos habla de un tema que nos ayuda mucho a acercarnos a Él, porque nos habla del amor, la intimidad del Corazón de Jesús, en muchos pasajes en el Evangelio, Jesús hace esa comparación: “ustedes han oído que se dijo…” “pero yo les digo…”

Jesús como que viene a superar lo antiguo, no a eliminarlo, de hecho es la base, la primera condición,  pero a superar la antigua y en el Evangelio de hoy nos dice que no basta con no matar, ni maltratar al prójimo, sino que nos llama a amar a todos incluso a los enemigos.

AMAR A LOS DEMÁS

En todo el Señor es exigente, en todo, nuestra vida interior, pero en esto especialmente, porque cuando se trata del amor a los demás Jesús nos pide el máximo.

Algo muy concreto amar como Él nos amó a nosotros y aprendamos a amar como Él.

Y en la Cuaresma estamos llamados a amar más y a purificar nuestro amor, olvidándonos de nosotros mismos.

Intentando que nuestro amor se parezca cada vez más al del Señor, San Pablo lo entiende muy bien, en unas cartas, en la carta a los filipenses transcribe ese himno tan bonito; que Jesús siendo rico se hizo pobre por amor, para entregarse y se abajó, se humilló por amor.

Por eso tampoco nos anima a tener nosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús, esos mismos sentimientos, que amó hasta olvidarse de sí mismo.

Así de exigente es el Señor en el amor y Jesús nos anima a tí y a mí  en esta Cuaresma a tratar de parecernos más, a tratar de amar más como Él nos ama.

CARLO ACUTIS

Los santos lo han tratado de hacer, nos dan ejemplo de cómo identificar nuestros sentimientos con los del Señor, amando hasta el extremo.

Pienso que lo mejor es ir a los ejemplos concretos y contemplar y que esto te sirva para hacer tu  rato de oración hoy, en este  tiempo cuaresmal, contemplar el ejemplo de algunos santos.

Por ejemplo, cuentan que en el funeral del beato Carlo Acutis,  aparecieron varias personas que nadie sabía de dónde venían, su familia no las conocía, otras personas más cercanas a Carlo Acutis tampoco los conocían.

Y bueno  empezaron a averiguar y vieron que algunos de ellos, no todos, pero muchos de ellos eran mendigos, a lo que Carlo  había ayudado de algún modo, consiguiendo algo para ellos, o simplemente escuchándolos, preocupándose por sus historias, de dónde venían, cuál era su sufrimiento, cuál era su dolor y un poco de comprensión.

Un poco de tiempo, de cariño, amando, amando a cada persona, porque él veía en cada persona a Cristo y quería identificar su corazón con el Señor.

SAN ALBERTO HURTADO

Un ejemplo parecido es el de San Alberto Hurtado, que sufría al ver a esos niños en la calle, a esos niños que iban sin educación, sin sustento, llenos de pobreza.

Y se dedicó primero a recorrer los lugares más pobres, ayudándolos primero a resolver sus necesidades más básicas; abrigo, comida, una cama, un lugar para dormir y luego para también ir creciendo, ir desarrollándose como personas, ir acercándose cada vez más al Señor.

Él fundó una institución que se llama: “El hogar de Cristo”, que sigue funcionando en ayuda de los más pobres, no solo de los niños, sino de todos los pobres.   Porque él veía en esa persona necesitada,  veía a Cristo.

Y muchos santos se entregaron a Cristo sirviendo a los pobres, los más necesitados, los enfermos, tratando de identificar sus sentimientos con los de Cristo, tratando de ver en ellos al Señor, para poder parecerse ellos mismos cada vez más al Señor.

CARIDAD

Y los mismos santos también nos enseñan a que  no solo es posible ver al Señor entre los pobres, sino entre todas las personas que nos rodean, en todos nuestros prójimos está Jesús presente, en nuestros familiares, nuestros amigos, todo tipo de personas.

Porque la caridad no es resolver un problema concreto material, sino que es mucho más, la caridad no es dar algo, aunque lo incluye muchas veces, sino amar.

El Papa Francisco muchas veces nos anima no solo a dar una limosna, sino tomar la mano de esa persona, a mirarla, a escucharla, a comprenderla, por eso no solo  lo podemos hacer con los más pobres sino con todos, con un hermano, padre, una madre, con un hijo, un primo, con un amigo, con un compañero de trabajo.

Amar de verdad, amar como ama Jesucristo.

MAS QUE EN DAR ESTÁ EN COMPRENDER

San Josemaría decía que más que dar, la caridad está en comprender y ponerse en el lugar del otro, en querer conectar con esa otra persona para ayudarla de algún modo, ya sea materialmente, espiritualmente, acompañándola, ayudándola a sacar adelante un proyecto.

Lo podemos hacer en primer lugar con los que están a nuestro lado, luego con todos.

Señor en estos 10 minutos de oración, queremos pedirte que nos ayudes a tratar a los demás como lo haces Tú, amando hasta el extremo, esa palabra de el Evangelio de San Juan:

“Jesús habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo, por eso se entregó a la muerte”.

(Jn 13, 1)

Que sepamos amar hasta el extremo, dando todo lo que esté en nuestras manos, nuestro tiempo, también cosas materiales, nuestra atención, todo lo que podamos, comenzando por lo que están más cerca, para poder llegar a todas las personas que nos rodean.

Que  no nos conformemos con un mero respeto, con un mínimo, sino que nos conformemos solo con el máximo, amar como Dios ama, amar como los santos, comenzando por lo que tenemos más cerca.

Terminamos este rato de oración acudiendo como siempre, a Nuestra Madre Santísima, la Virgen, ella cuando el ángel le dijo que su prima Santa Isabel iba a tener un hijo y ya era anciana, no le dijo nada más.

Pero ella entendió que su amor se podía manifestar sirviendo a su prima Santa Isabel, dándole su tiempo, acompañándola, no era algo necesario, pero como amaba y veía a Dios necesitado en su prima, salió y se fue a acompañar a su prima, para ayudarle en todas sus necesidades.

Y podemos terminar este rato de oración con una pregunta:

¿Yo salgo al encuentro del prójimo aunque no sea estrictamente necesario?

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