Icono del sitio Hablar con Jesús

SEAMOS INCONFORMES

Dios en nuestra vida

Ayer te escuchábamos Señor, hablando en parábolas en el Evangelio de san Mateo y concretamente, ayer escuchamos este mensaje tan claro de cómo podíamos recibir tu Evangelio en nuestras vidas. La imagen era muy clara:

“Salió el sembrador a sembrar…”

(Mc 4,1-10).

Se trata de la parábola del sembrador que la conocemos muy bien, pero seguramente la primera vez que la oímos (cuando éramos muy pequeños) nos resultó desconcertante. Pero no solo a nosotros: a los discípulos también les costó la primera vez. De hecho, te piden, Señor, que les expliques la parábola porque no la habían entendido a la primera.

Tú les vas desgranando qué significan cada una de esas situaciones. La semilla que cae en terreno pedregoso, en tierra buena, que nace entre espinas… Y nos quedamos con la idea de que la palabra de Dios está lista para ser fecunda, pero necesita de nuestra parte una buena disposición del alma. Solo así podrá dar mayor fruto en nuestras vidas.

TÚ SÍ SABES HABLARNOS

Pero la pregunta de los discípulos en el Evangelio de hoy es sumamente válida. Los discípulos tienen una duda que también hacemos nuestra. Ellos se te acercaron para decirte:

“Señor¿por qué les hablas con parábolas?”

(Mt 13,10)

Ahora que lo pienso Señor, Tú eres nuestro Dios, nuestro fabricante. Tú eres (perdona que te ponga este título) el experto mundial en psicopedagogía. Es decir, que Tú sí sabes hablarnos de modo que los mensajes nos queden claros, para siempre.

Hubiese sido más fácil Jesús que nos dijeras: “ayuda desinteresadamente a todos” y hubieses gastado menos tinta que contándonos la parábola del buen samaritano. O decirnos: “Dios es un Padre buenísimo que está esperando siempre que volvamos a Él”, en lugar de contarnos la historia del hijo pródigo.

O en este caso del Evangelio de ayer y de hoy, en lugar de usar esa imagen del sembrador, ¿no hubiese sido más rápido decir: “esfuérzate por recibir el mensaje de Dios en tu vida del mejor modo posible?”

Es verdad, hubiese sido más rápido dar la moraleja de una vez, pero se nos hubiese olvidado de inmediato. Es que así somos, con peor memoria que un pez con alzheimer. En cambio, las imágenes quedan. Hasta el más pequeño puede acordarse fácilmente de estas historias y, luego, de la lección profundísima que encierran.

Además, esta respuesta que les das a tus discípulos Señor en el Evangelio de hoy, aunque un poco enigmática, tiene todo el sentido del mundo: Para quien ha recibido el don de la fe, las parábolas son clarísimas y quien aún no la posee, tiene que recibir algo de ayuda.

Esto me hizo recordar ese episodio que recoge el libro de los Hechos de los Apóstoles. Estaba Felipe, quien había recibido la indicación específica del Cielo de dirigirse al camino de Jerusalén, ese camino que une Jerusalén con Gaza. Allí se encontró con un siervo de la reina de Etiopía, que

“…iba en su carroza, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y pégate a la carroza». Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías y le preguntó: «¿Entiendes lo que estás leyendo?». Contestó el siervo: «¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?»”

(Hch 8,28-31ss)

Y gracias a la ayuda de Felipe, que le explicó el sentido de lo que estaba leyendo, el siervo terminó abrazando la fe y pidiendo ser bautizado por Felipe en el primer lugar con agua que consiguieron (cfr. Hch 8,35-38)

QUERER, CONOCER Y CREER MÁS

En este siervo había una buena disposición inicial para recibir la fe. Se sabe que el siervo iba camino a Jerusalén para adorar y estaba intentando comprender el sentido de las Escrituras cuando se encontró con Felipe. Es la demostración clara de aquello que Tú Jesús le respondes a tus discípulos en el Evangelio de hoy:

“… al que tiene se le dará y tendrá de sobra y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene”

(Mt 13,12).

Este siervo de la reina de Etiopía tenía esa disposición inicial de querer más, conocer más, creer más. Tiene mucho que ver con el mensaje de la parábola del sembrador, por aquello de las buenas disposiciones iniciales.

“Señor Jesús, estamos haciendo este rato de oración contigo y entendemos que somos unos afortunados por tener fe. Muchos de nosotros hemos nacido en un hogar cristiano. Tú les dices a tus discípulos y nos dices también a nosotros”:

“Bienaventurados sus ojos porque ven y sus oídos porque oyen”

(Mt 13,16).

Pero también nos damos cuenta de que si nos conformamos con lo que tenemos, estamos perdidos. Que tenemos que aprovechar momentos como estos para decir con los apóstoles:

“Señor, auméntanos la fe”

(Lc 17,5)

o con el padre del muchacho lunático:

“creo Señor ¡pero ayuda mi incredulidad”

(Mc 9,24).

SE SUBE O SE BAJA

“Hoy en el Evangelio te escuchamos decir a tus discípulos, Señor”:

“Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”.

Cuando no nos esforzamos por crecer en la fe, esta puede desaparecer, la podemos perder. Somos más susceptibles de que venga el enemigo de nuestra alma y nos quite esa fe que flaquea.

Cuando no nos esforzamos continuamente por crecer en vida interior, por mantenernos en estado de gracia (y que aumente esa gracia en nosotros), poco a poco nos vamos deslizando hacia abajo. Es que, como se dice muchas veces, en este plano inclinado de la santidad o se sube o se baja. No existe el freno de mano.

Pero para eso estamos aquí Jesús, haciendo este rato de oración contigo. Para eso te buscamos todos los días. No nos queremos conformar con “el mínimo”, siempre queremos ir a más. Por eso nos esforzamos en entender mejor lo que creemos. Por eso acudimos a la dirección espiritual con docilidad, etc.

Hoy también en el Evangelio le dices a tus discípulos

“Al que tiene se le dará más y tendrá de sobra”.

Estos audios de 10 minutos pretenden ser una ayuda a crecer en la fe para quienes nos escuchan. Eso es lo que nos hace ilusión a los que formamos parte de este equipo.

NO TE CONFORMES

Cuando le hago publicidad a estas meditaciones, suelo decir que son unas muletas. No te conformes con escuchar lo que decimos los sacerdotes. Procura que ese sea el punto de inicio de tu oración personal. Si eres dócil, estos audios te servirán para ir a más, para tener más.

En primer lugar porque creo que ninguno de los sacerdotes del equipo somos un san Juan Crisóstomo o un san Agustín. Nuestra predicación es más bien “normalita”.

Y en segundo lugar, porque los sacerdotes intentamos hacer nuestra oración en voz alta y es lo que queda grabado en estos audios. Por eso hace falta que le dediques un poco más de tiempo, que no te conformes con estos 10 minutos con Jesús, para que estas consideraciones que escuchas las hagas tuyas.

Suelo recomendar a quien se suscribe a estos audios que hagan al menos “15 minutos con Jesús”: diez con el audio y cinco por cuenta propia. Y creo que da mucho fruto.

Es que el cristiano es, por definición, inconforme. Tiene fe, pero quiere más. Tiene esperanza, pero quiere más. Tiene caridad, pero necesita más. Tiene 10 minutos de la oración guiada por un sacerdote, pero necesita más.

El cristiano es inconforme porque sabe que Dios, con aquel que se esfuerza cada día por ser santo, no se deja ganar en generosidad. Esa es la promesa del Evangelio de hoy:

“Al que tiene se le dará y tendrá de sobra”.

Eso sí, tiene que ser perseverante, generoso, buscar a Dios todo el día, todos los días, con todas sus fuerzas.

Salir de la versión móvil