Icono del sitio Hablar con Jesús

YO MÁS DIOS: ¡SÍ SE PUEDE!

YO MÁS DIOS: SÍ SE PUEDE

CON DIOS SE PUEDE

«En aquel tiempo se acercó Jesús a la madre de los hijos de Zebedeo, con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: —¿Qué quieres?» 

Este comienzo del Evangelio que oímos hoy en la Santa Misa, nos muestra a una persona que va a rezar, como nosotros estamos haciendo ahora a Jesús contigo. Y nos alegra saber que es tan inmediato. 

Ella, -dice- se acercó a Jesús y se postró. Y Tú, ya le interpelas

—¿Qué quieres?

O sea, te interesas apenas nosotros decimos en el nombre del Padre, y Tú ya nos estás escuchando… 

«Dice ella: —Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino. Replicó Jesús: —No sabéis lo que pedís, ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? Dicen: —Sí, podemos». 

Bueno, aquí es una petición que es muy comprensible, pero que tiene que ver más con el lugar que van a ocupar sus hijos, como buena madre se ilusiona para que sea un buen lugar. Y esto es lo que pide. 

El Señor les pregunta si ellos van a poder asumir lo que eso supone. Ellos dicen: ¡Podemos! 

Bueno, la verdad es que ni la mamá ni los hijos sabían a lo que se refería Jesús cuando les dice: —¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Pero ellos se lanzan porque tienen valentía, son audaces y están dispuestos a todo, ¿se diría no? 

¿SOMOS CAPACES?

El tema es que en realidad la petición, si bien nos puede parecer ahora que tenía un contenido un poquito, de ser señalado, estar más cerca del importante, estar en un lugar de privilegio, no deja de ser una petición audaz. 

Yo creo que si tenemos la alegría de que nos inviten para un evento con un personaje, una personalidad, pues queremos estar cerca. Esto nos pasaría a todos. 

Pero esta disposición, ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo de beber? ¡Lo somos, podemos!

Esta disposición me parece que hoy nos puede servir, porque todos necesitamos un poco de esta audacia. Y de hecho, somos conscientes de que nada serio en esta vida se puede lograr sin esfuerzo. Y el esfuerzo es una característica de la gente audaz. 

Entonces, a mí me parecía que nos podía servir la historia de Kitty O´Neill. No sé si has oído hablar de ella. Es una chica estadounidense, hija de una india Cherokee y de un gringo que nació con algunas enfermedades. Y a lo largo de su vida contrajo otras. 

Y entonces, esas circunstancias hacían prever que iba a pasar su vida en una silla de ruedas. Pero pasó el tiempo y se convirtió en una celebridad conocida en el cine norteamericano. Puedes ver un resumen de su vida en YouTube… 

Ha manejado carros de carrera, motos, ha saltado haciendo de doble de personajes en las películas, ha hecho maravillas y se hizo famosa. 

¿Y cuál fue la clave para que ella superara todos los retos con los que nació y con los que se fue encontrando? El valor y la audacia.

UNA VIDA TENAZ

Ella misma cuenta su esfuerzo y su victoria. Dice que hasta los dieciséis años estuve peleada con Dios. No concebía que alguien tan misericordioso como decían que era, estuviese tan apartado de mí, que no escuchara mi llanto. 

A los trece años, cuando tuve el ataque de meningitis, aunque estaba peleada con él, le rezaba para que no me dejara vivir. En el colegio había visto un chico que sufrió el mismo mal que yo y era un inválido. Yo no quería ser una inválida. 

Me imaginaba sorda, paralítica y medio idiota en una silla de ruedas. Y blasfemaba contra el dios de mis padres…

Creo que podemos entender su frustración. Y esa pregunta que a todos nos viene cuando tenemos una dificultad, un reto muy grande. ¿Por qué a mí me toca? 

Pero ella logró recuperarse de esa grave enfermedad. A los dieciséis años se fue de su casa con la intención de comprobar que sí era capaz de valerse por sí misma. Y la verdad es que no le fue bien tampoco. 

La pobre sufrió un intento de violación por parte de una persona drogada. Pero en la comisaría de policía a la que fue, se encontró una asistenta social católica con la que hizo una muy buena amistad. A ella le debe la conversión al catolicismo. 

Kitty O’Neill dijo después:

Desde entonces he vivido mi fe con tenacidad y alegría y todo lo que he pasado luego, que han sido muchísimo peligros de todo tipo, físicos, morales y sentimentales, los he vivido cerca de Dios. 

Bueno, es la suma de la actitud positiva de la persona y la ayuda que nunca nos va a faltar de nuestro Padre Dios, lo que hace posible que se superen las dificultades de nuestra vida. 

Dios sabe qué le pide a quién y por qué… Y le da su gracia. 

¡SE PUEDE!

Esta chica ha tenido un valor singular, pero en parte trabajado por las circunstancias singulares en las que Dios le pidió que viva. Y aunque a ella le costó enfrentarlos, o sea, no le fue fácil, pero partió de la disposición que hemos oído que tenían los hijos de esta mamá que se acerca a Ti, Señor, a pedirte por ellos. 

Y efectivamente, a tu pregunta ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? Ellos te contestan: —Podemos. 

Yo creo, Señor, que a Ti te alegró oír esa respuesta. Y nosotros, ante nuestras dificultades, que cada uno tendrá las suyas, unas más grandes, otras más pequeñas, yo creo que tú esperas que nosotros podamos decir “sí puedo, con tu ayuda se puede”

Y entonces se suman, nuestra buena disposición y tu buena disposición. Señor, eso es una suma estupenda. 

Vamos a pedir a nuestra Madre, la Virgen María, que nos ayude a ser audaces y a amar siempre la voluntad de Dios como ella lo hizo.

Salir de la versión móvil