Icono del sitio Hablar con Jesús

PEGA DE LOCURA

Quiero tomar un pedacito del Evangelio de San Lucas de la Misa del día de hoy, que dice:

“En aquel tiempo dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»
El Señor dijo: «Si tuvieran fe como un grano de mostaza, habrían dicho a este árbol: “Arráncate y plántate en el mar”, y les habría obedecido.»

(Lc 17, 5-6)

Bueno, ¿Y qué hay de ti y de mí, y de la confianza que tenemos en el Señor cuando rezamos?
Me decía un señor que todos los días procura ir a Misa, y pone en la patena todas sus intenciones, todo su trabajo, todos sus empleados, porque a veces llega el fin de quincena y no tiene para pagarles.

Pero que reza con muchísima piedad y devoción, y luego se va a trabajar, y se va con mucha paz, sabiendo que siempre habrá.
Efectivamente, al final… él trabaja muchísimo y Dios se las arregla para que alcance.

¿CÓMO ES MI ORACIÓN?

Bueno, pues también nosotros podemos hacer un examen en este ratito de oración, y pensar: ¿Cómo es mi oración?
Señor, ¿Con qué fe yo te pido las cosas? Porque me doy cuenta de que no basta creer en Ti, por decirlo de alguna manera: “de tipo teórico.”

Quiero creer en Ti con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas. Es decir, que mi fe me cambie, no solo mi modo de pensar, sino sobre todo en mi modo de vivir.
Porque incluso, yo puedo decir que creo que Jesús está físicamente en el Sagrario, pero esa presencia de Jesús en el Sagrario, ¿Es presencia física para mí?
Porque si solo digo que está allí, podríamos decir qué es una afirmación del intelecto. Y en este sentido no es difícil creer en Dios. ¿Pero lo es también del corazón?

JESÚS ESTÁ EN EL SAGRARIO

Porque creer que Jesús está en el Sagrario; ¡Para mí! ¡Cara a cara! Eso es mucho más retador.
Es cómo ver las carreras de Fórmula 1 desde las gradas, y eso ya es bastante… porque sientes la fuerza del motor en todo tu cuerpo.
Cuando escuches este audio, ya sabremos quién habrá ganado en el Gran Premio de la “Fórmula 1 de México”. Si ganaron los de Mercedes, o si Checo con el Red Bull.

Hay un documental en Netflix que se llama “Drive to Survive”; manejar para sobrevivir, que se ha convertido en un gran éxito de la Fórmula 1.
Una serie que tiene ya tres temporadas, que van cubriendo los años del 18 al 20, y que, gracias a esta serie, esta “categoría reina de la Fórmula 1”; pues ha generado una nueva audiencia, ha logrado un aumento en sus números.

Pero también ha permitido que más gente conozca a los personajes, que están no solamente en el volante de esos coches de la Fórmula 1, sino también todo ese equipo, todo el equipo de la Fórmula 1.

FÓRMULA 1

Según el director general de McLaren, Zac Brown, una de las razones del éxito de esta serie, es que antes; la Fórmula 1 estaba cerrada. ¡No se podía mirar dentro! Sin embargo, dice: ¡Ahora hemos abierto nuestras puertas y muchos están sorprendidos!

Yo pienso que algo así, parecido, nos puede pasar con la fe. ¡Es algo sumamente apasionante cuando se mira dentro! Y es todavía más emocionante que mirar una serie de la Fórmula 1.

Incluso mucho más emocionante si tú fueras uno de esos 20 corredores de la carrera, que tú llevarás el coche de carreras a la meta, que tú sintieras la adrenalina de la velocidad… Bueno, pues ¡mucho más emocionante es la vida de fe!

LA MÁS GRANDE AMISTAD

Cuando me pongo de verdad frente al Sagrario, y me dejo transformar por la presencia de Dios, y descubro que Jesús está vivo en el Sagrario, ¡para mí!

Que Jesús quiere escucharme, que Jesús quiere estar conmigo, que Jesús me ha llamado desde toda la eternidad para tener la más grande e íntima amistad que se puede tener en esta tierra, ¡conmigo!

Y no porque soy yo uno más de muchos, sino porque he sido elegido, he sido llamado, porque he sido deseado por Dios. No para vivir una fe de esas como lejanas… desde las gradas, ¡sino una fe viva!

PEGA DE LOCURA

Pero esto ¿Cómo se consigue? Bueno, la fe es un regalo, la fe es un don de Dios, que hay que pedirla con todas nuestras fuerzas, hay que tener como tiene el piloto de Fórmula 1, ¡Ganas de ganar una carrera!

Había en la televisión un comercial muy antiguo, de cuando yo era niño, de un pegamento llamado: Kola Loka.

Las campañas de Kola Loka eran de mis favoritas, porque salía un trabajador de la construcción con su overol, que pegaba su casco a una trabe de acero, a cientos de metros de altura, con una sola gotita de ese pegamento.

Se agarraba su casco a la trabe, y el quedaba volando, y gritaba: ¡Pega de locura, pega de locura! Seguramente algunos de ustedes se acordarán…

¿Por qué te cuento esto? Porque el Espíritu Santo es el pegamento que nos une a Jesús. Es mucho más que un Kola Loka, es el tipo de pegamento que existe entre amigos muy cercanos, es el tipo de pegamento que existe entre un hijo y su papá.

RELACIÓN PERSONAL DE AMOR

“Señor, te pido ahora en mi oración que me envíes tu Espíritu, para que pueda superar la resistencia, el miedo, la duda, de que Tú quieres vivir conmigo, de que Tú quieres tener conmigo un amor como ninguno, único, exclusivo y total.

Estoy llamado a tener una relación de amor contigo, para que ya no quiera separarme jamás de Ti. Señor, Que yo sienta fuerte, fuerte, ese amor, y Tu presencia Jesús, en mi vida.”

Algo que va mucho más allá de una simple afirmación de fe, algo que va muchísimo más allá del simple recitar un credo de memoria. ¡Sino que se convierte en una relación personal de amor!

Así como un enamorado, que tiene tan presente a su amada, que le lleva a pensar todo el tiempo en ella, y… ¿Qué estará haciendo ahorita…? y pienso en ella, y se me va la cabeza en ella, y espero volver a verla y hablar con ella, y todo me recuerda a ella…. ¡Así, Jesús piensa en ti!

CORRER LA CARRERA DE LA SANTIDAD

Así Jesús se ha hecho hombre, para que pueda existir esa relación entre tú y Él. Y te da al Espíritu Santo para que la presencia de Cristo en tu vida, no solo sea un pensamiento bonito, o un amor platónico.

Que no solo sea como ver una serie de Fórmula 1, y ni siquiera ver la carrera desde las gradas, que eso ya es bastante emocionante… ¡sino mucho más! Que realmente seas el piloto de tu vida espiritual.

Sin embargo, como te decía, correr en una carrera de Fórmula 1 es solo para 20 muchachos en todo el mundo. En cambio, correr la carrera de la santidad es para todos.

Pero quizá, porque no tenemos ese pegamento, esa gracia, ese don del Espíritu Santo en nuestra relación con Jesucristo, no sentimos que tenemos esa intimidad a la que estamos llamados a tener con Jesús.

Y, por eso necesitamos pensar en ¿Cómo podemos pedir con más fuerza la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas, para que Él sea el protagonista?

Porque todavía hay en nuestra vida, como cierta actitud, ciertos hábitos, ciertas formas de pensar que, en el fondo, no estamos dispuestos a entregarnos del todo.

NOS ENTRA MIEDO

Nos entra miedo de que, si realmente confío en Dios, puedo salir herido. Nos entra miedo de que, si realmente pongo toda mi esperanza en la oración, voy a acabar quemado.

Pero, todos esos sentimientos que manifiestan miedo emocional, manifiestan la realidad de que quizá no estamos queriendo dejarlos ir. Y por eso, necesitamos rendirnos de nuevo, confiar de nuevo en Dios y decir:

“Señor, me vuelvo a poner en tus manos, creo que estás en mí, confío en Ti, y me rindo a una presencia que creemos que está activamente en nuestras almas, salvo que la rechacemos por el pecado.”

El Espíritu Santo está en nosotros, y ¡Vivo! Con una misión, con un propósito, está allí para abrirme a la posibilidad de entender qué grande es el amor que Dios me tiene, para amar a Dios correspondiendo a ese amor. Y luego, llevarlo a muchísimas personas.

UN ESFUERZO POR RENDIRME

Bueno, pues todo esto es una realidad, pero necesitamos estar dispuestos a rendirnos de nuevo. Yo te sugiero que le des vueltas esta semana, este mes, al venir a hacer la oración… ¡Hacer un esfuerzo por rendirte!

Confiar en el Espíritu Santo no es poner el coche en neutral y que sea Él quién maneje.

Poner la confianza en el Espíritu Santo es agarrar tú el volante con todas tus fuerzas y tomar decisiones definitivas en libertad.

Es elegir ciertas cosas, que permitan que el Espíritu Santo entre en tu vida, por tu oración y el sacrificio.

SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE

Bueno, pues vamos a pedírselo al Señor: “Señor, auméntanos la fe; Jesús, auméntame la fe”

Y luego le puedes decir un poquito eso que también le decían en el Evangelio a Jesús: “«Señor, si quieres, puedes…»” y seguramente nos responderá: ¡Pues, claro que quiero!

Vamos a terminar nuestra oración, con la confianza de que ya no tenemos que preguntarle al Señor si quiere, porque sabemos que quiere, sino simplemente pidámosle: ¡Que nos aumente la fe!

Porque sé que Jesús es mi íntimo amigo, porque sé que Dios es mi Padre, y que María es mi madre, y que, por tanto, tengo un derecho natural a que me escuche.

Salir de la versión móvil