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DE LADRÓN A BIENHECHOR

De ladrón a bienhechor

Jesús nos manda a amar al enemigo. Es una decisión que requiere fe en Él y en su Gracia para llevarla a cabo. Si procuramos seguir Su enseñanza, podremos ser instrumentos para la acción de Dios en nuestro mundo.

MARGARET THATCHER

Escuchando la autobiografía de Margaret Thatcher, “Los años de Downing street”, donde relata la lucha que tuvo su gobierno para sanear la economía y cómo se encontraban con el obstáculo de las leyes sindicales, que dificultan que se pusiera a las empresas del gobierno a un nivel competitivo.

Ella explica que era una política, para que a la larga, todos salieran ganando;  pero, por otro lado, estaban quienes promueven huelgas y empeoraban la situación y que eran enormes pérdidas -mes a mes-, que terminaban pagando los impuestos de los ciudadanos.

Visto desde el lado de la primer ministro, uno dice:  ¿Cómo no se impone?, ¿Cómo no los aplastan a estos que van a terminar perjudicando a todos?… Pero no los podía aplastar, tenía que alcanzar un consenso, no tenía una autoridad absoluta y quizá tampoco hubiera querido imponerse de esa manera.

¿ENEMIGOS?

En ocasiones, uno puede ver al otro como el obstáculo, el enemigo, el que hace que todo esté mal, el que me dificulta la vida. Ya sea en un libro o una película, en los que uno se identifica con el protagonista y, por tanto, se puede enojar con sus enemigos o, peor aún, en la realidad: en la calle, en el trabajo o en mi casa, más o menos conscientemente y le podemos poner a alguien el cartelito de “enemigo”; porque hace una maniobra que me perjudica en el tráfico, porque tiene un carácter que me choca, porque me exige demasiado, porque tiene una orientación política totalmente contraria a la mía…

Un cristiano no debería tener enemigos. No debería querer aplastar a nadie o desear que alguien desaparezca de la tierra, porque le molesta su existencia. Sin embargo -quizá porque hay gente que sí nos puede desear el mal a nosotros- Jesús nos enseña…

Como escuchamos en el Evangelio de hoy:

“Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”.

(Mateo 5, 43-48)

La verdad, Jesús, que amar al prójimo -como se les había mandado desde la antigüedad- es algo difícil. Sin embargo, Vos nos decís que amemos también a los enemigos, no sólo al prójimo. Por eso te pedimos que nos des fe y caridad, para que podamos vivir esta enseñanza tuya y no se quede sólo en lindas palabras.

AMEMOS A TODOS, HASTA A LOS QUE NO NOS CAEN BIEN

En nuestra oración podemos hacer un poco de examen e intentar identificar quién es mi enemigo, entre las personas cercanas que trato, porque son de mi familia, trabajo o grupo con el que más me relaciono…

Probablemente, no haya ningún enemigo, pero sí puede que alguien nos cueste más tratar. O en un ámbito más amplio, los de tal equipo, los de tal ideología… personas que de entrada no me caen bien, aunque ni siquiera las conozco bien.

También puede haber gente que nos ve como enemigos, sin que uno tenga la intención de perjudicarlos.

A todas estas personas nos pedís, Jesús, que las queramos:

“Amen a sus enemigos, recen por quienes los persiguen, para que ustedes sean hijos del Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos”.

Ahora podemos pedir por todas esas personas en este rato de oración. Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad. No deseamos Señor el mal para nadie. Que todas las personas puedan vivir en comunión Contigo y se acerquen al bien.

LOS MISERABLES

En “Los Miserables” de Victor Hugo, hay un ejemplo muy inspirador de este amor al enemigo. Jean Valjean, recientemente puesto en libertad condicional, es acogido por el obispo Myriel.  Alimentado y protegido del frío, Valjean traiciona a su salvador robando su plata y alejándose en medio de la noche y se escapa.

Es detenido rápidamente por la policía que lo lleva de vuelta al clérigo para que se confiese.  Con su botín del robo, el obispo Myriel lo cubre, insistiendo a la policía que la plata era un regalo y que Valjean, de hecho, había dejado más, que debería haberse llevado también como regalo. En lugar de vengarse o, al menos de buscar justicia, decidió perdonarlo y darle una oportunidad.

En la historia se descubre que el protagonista no la desaprovechó y se convierte en un hombre trabajador de buen corazón que consigue prosperar. La verdad es que es un ejemplo heroico (que no se nos presenta todos los días), pero otros más cotidianos, sí.

COMO JESÚS, QUE REZO POR SUS ENEMIGOS

Y, podemos ahora hacer un acto de fe y proponernos buscar en esos momentos…  ¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Qué me estás pidiendo? ¿Cómo actuarías Vos? Jesús, rezó por sus enemigos, por quienes lo clavaban en la Cruz.

“ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

(Lucas 23, 34)

Si le guardamos rencor a alguna persona -puede ser un buen momento ahora-, en este tiempo de gracia y conversión – que es la cuaresma-, tomar la decisión de perdonar, de dejar los juicios sólo para Dios.

Por nuestra parte -«ya que Vos nos perdonas tantas veces Señor, vamos a procurar perdonar de corazón, Vamos a procurar que ante un mal, más que desear la condena, deseemos la conversión, de aquellos que hacen el mal».

Acudamos a nuestra Madre, que nos mira a todos como hijos, sin dejar de interceder por nadie y pedir, especialmente, por los que están descarriados, para que encuentren también el camino para volver al Padre.

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