El evangelio de este domingo es muy bonito, es al inicio de san Marcos. Dice que:
“Después de que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. (O sea, su bautismo fue en Judea, baja a Galilea) y allí proclamaba la buena noticia de Dios diciendo: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la buena noticia»”
(Mc 1, 14-15).
Primero, comienza a predicar Jesús que ya se ha cumplido el reino y luego les empieza a buscar a los que serán sus continuadores, los que lleven ese mensaje.
“Jesús les dijo: «Síganme y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron Simón y su hermano Andrés. Y avanzando un poco, vio a Santiago el hijo de Zabedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca arreglando redes. Y enseguida los llamó. Y ellos, dejando a la barca y a su padre, le siguieron”
(Mc 1, 17-20).
Cuentan los primeros apóstoles. Y hace pocos días me invitaron los hermanos Oblatos a hablar sobre pastoral vocacional, porque todos los seminarios, todos los movimientos eclesiales, buscan cuáles son personas que hayan recibido esta llamada de Jesús. Exactamente la misma llamada: «síganme y yo los haré, pescadores de hombres».
LA LLAMADA DE JESÚS
A veces yo he escuchado a varias personas quejarse por la falta de curas. Pero hacen muy poco para intentar que haya más, digamos. Entre sus mismos familiares, entre sus hijos, porque qué miedo que me cojan o que se lleven. O también los procesos vocacionales, a veces son procesos largos de discernimiento, en donde algunas personas parece que tienen vocación y luego se ve que no la han tenido.
Y entonces, pasa un poco de tiempo y dejan de estar dentro de ese instituto, dentro de ese grupo. A veces también eso es un poco doloroso. Yo he acompañado a algunos seminaristas, por ejemplo, que han dejado el seminario porque no era lo suyo. Pero tuvieron esa delicadeza de escuchar al Señor, pensaron que era una llamada, y se acercaron e intentaron dejarlo todo. Porque todo corazón humano busca la plenitud, que ninguna criatura puede llenar.
Es por eso que el Señor hace estos llamados a algunas personas para el celibato. Y en este sentido, es importante que todos tengamos esta sensibilidad para rezar por las personas que reciben este llamado. Porque no es fácil corresponder, todos estamos muy a la no sé, vivimos en un mundo en que la carne jala, en el que las cosas del mundo parece que son muy atractivas. Pero Jesucristo tiene esta necesidad de pastores, necesidad de apóstoles, necesidad de pescadores de hombres.
PERTENECER EXCLUSIVAMENTE A DIOS
Decía el Venerable Madeleine Delbrêl:
“Las personas que, en Jesucristo, tienen la única profesión de pertenecer exclusivamente a Dios, de estar disponibles para cumplir su voluntad y vivir el Evangelio en la Iglesia y en el mundo.
Las personas que tienen la única profesión de hacer lo posible para vivir según la voluntad de Dios, para que primero Cristo sea su amor, amar lo que él ama y amar como él ama.
Estar “en estado de partir” sin importar para dónde ni para qué. Vivir un Evangelio siempre a fondo. Y estas son las personas que Dios utiliza para desbordar su gracia”.
Decía el Venerable Madeleine. Y esos son los hijos que necesita la Iglesia para transmitir su fuerza. Y hoy te invito a levantar tu corazón.
CORRESPONDER A SU LLAMADA
“Señor, nos dirigimos a ti para pedirte más. Necesitamos más operarios en tu mies, necesitamos más personas. Más personas que estén dispuestas a corresponder a tu llamada, a que no se hagan las locas, a que sepan ir detrás detrás de ti, en el que vale la pena dejarlo todo por ti, Señor.
Y aunque a veces parezca que no, esta es, con diferencia, la suerte más grande que te pueda tocar. Y en ese sentido, vale la pena rezar para que haya cada vez más personas que vivan el celibato. Porque hay que descubrir el celibato. Es primero, un camino profundamente humano, porque no se trata de algo antinatural.
Todos tenemos una tendencia a conservar la especie, sí, pero Jesucristo es nuestro ejemplo y Jesucristo es hombre perfecto. Y él no tuvo pareja, él no tuvo relaciones sentimentales con una chica, se mantuvo célibe, y hace que algunos, porque lo dice también él en el evangelio:
“Este mensaje no es para todos. Algunos podrán hacerlo por el reino de los cielos”
Algunos son llamados para esto.
EL TESORO ESCONDIDO
Pero no se trata de algo antinatural, al contrario, es llevar la naturaleza a su perfección. Descubrir, por así decir, una belleza más profunda. Porque, si podemos conocer a Cristo por tres medios: las Sagradas Escrituras, la Eucaristía, el rostro del que sufre (lo hemos hablado también varias veces en estas meditaciones); el celibato ayuda a profundizar en ese conocimiento y a plantear, desde la intimidad del corazón, entregárselo todo a ese Dios que nos espera. (En las Sagradas Escrituras, en la eucaristía y en los demás).
Es descubrir, en definitiva, ese tesoro escondido. A veces la falta de claridad en los ojos, no permiten ver el tesoro, pero en realidad existe. Y uno a veces se puede conmover al encontrar parte de ese tesoro en las Sagradas Escrituras, en la Eucaristía o también en los que viven en una vulnerabilidad que necesitan de la ayuda de los demás. Y eso, los corazones que están más cerca de Jesús tienen esa alegría escondida, que tiene que ver con darse y se dan a los demás.
Ahí está entre estos, los candidatos al sacerdocio o los que han vivido una vida en celibato; porque no solamente el sacerdocio sino las monjitas, los monjes, los frailes o también las personas que han renunciado a casarse. Que ahora, además es cada vez más común. Entre los primeros cristianos estaba esa categoría de las vírgenes, o sea, que no eran unas mujeres que vivían en comunidad, no eran monjas, sino que simplemente no se casaban.
EL CELIBATO POR AMOR
Y claro, no se casaban, no es que iban rotando novios, digamos, sino que lo que iban haciendo es vivir cara a Dios y ofrecer toda su vida a Dios. El celibato por amor. El celibato que tiene sentido en un corazón que se entrega completamente.
“Fuego he venido a traer a la tierra”.
“Y estoy aquí Señor, porque me has llamado y quiero llevar ese fuego a todas partes. Quiero, Señor, ser parte de estos pescadores de hombres. Señor, Dame la fuerza para ser fiel a mi vocación, para nunca cambiarlo por nada”.
Y tú que estás escuchando esto y que tal vez tienes tus hijos, tus nietos, reza por ellos para ver si en alguno de ellos prende también esta misma vocación al celibato. Qué necesario es que las familias cristianas y los que escuchan esto, son todos de familias cristianas, tengan esa sensibilidad. Porque sí no ¡Qué chévere es que me atienda el curita! Pero los curitas tienen salir de algún algún sitio. ¡Qué chévere que me atienda la numeraria o ni el centro, qué chévere! Pero tienen que salir de algún sitio. Si no somos lo suficientemente generosos para entregar a los hijos y para enseñarles esta belleza de entregarse a Dios por completo, pues nos iremos haciendo cada vez más pequeños, esto es evidente.
PESCADORES DE HOMBRES
No hace falta tener muchos dedos de frente para darse cuenta que estamos viendo una temporada de la historia de la Iglesia en la que las vocaciones cuestan más, por supuesto. Y no es que el Señor deja de llamar, es que la gente deja de corresponder porque también es difícil corresponder en un ambiente en el que tienes todo o en el que la comodidad es demasiado grande. “Por eso Señor, hoy en este rato de oración que además estamos en este cuarto día del Octavario por la unidad de los cristianos (estamos en la mitad), te pedimos por las vocaciones al celibato, por el sacerdocio, especialmente, porque sin sacerdocio no se pueden celebrar los sacramentos; pero por todas esas vocaciones a las que tú llamas a ser pescadores de hombres.
Que lo escuchemos y que sean muchos los que escuchen estas mismas palabras:
“Síganme, y yo los haré pescadores de hombres. Y enseguida los llamó y ellos, dejando en la barca a los jornaleros, lo siguieron”.
La Virgen es Regina apostolorum, ella es la primera que le interesa que nosotros correspondamos a la vocación. Vamos a pedirle a ella que fomente muchas vocaciones, que nos ayude a ser vocaciones fieles y sobre todo que sean muchas las personas que correspondan a ese llamado.
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