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DE LA MANO DE JOSÉ

De la mano de José

CONFUSIÓN DE JOSÉ

José está confundido; no termina de aclararse…
Dice el Evangelio que:

“Estando María desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto”.

(Mt 1, 18-19)

José está confundido. Se ha dado cuenta que María espera un hijo, pero no quiere aplicar la justicia como la aplican los judíos: ellos la condenarían a ser lapidada.
No quiere que María sea apedreada como una pecadora porque sabe que no lo es. Ella es pura, limpia, un alma sin fisuras…
¿Qué hacer? ¿Qué hacer entonces?
San Josemaría talvez nos diría:

“No tenemos más remedio que contar con ese -vamos a llamarlo así- prejuicio psicológico de pensar habitualmente en los demás”

(El Diálogo con el Señor, 64, 4).

GENEROSIDAD DE JOSÉ

Y eso es lo que hace José. Piensa en los demás, piensa en María. Por eso decide separarse de ella, huir sin decir nada, desaparecer del mapa, para que todos piensen mal de él. Sabe que la otra alternativa es denunciar a María y no está dispuesto a hacerlo. No le importa lo que pueda suceder con él porque está convencido de que está cerca de algo sobrenatural, algo que le supera.

“San José nunca duda de María; en todo caso, duda de él mismo. Entiende, se imagina, que él no pinta nada en el misterio que se está realizando. Tal vez no sabe bien lo que pasa: lo que sí sabe es que él parece que sobra”, porque nadie le ha hecho partícipe de estas cosas, y resulta que María guarda silencio.  (cfr. Fulgencio Espa, Cuaresma Semana Santa 2015, Vívela con Él -Solemnidad de San José).

Esta es su manera de abandonar las cosas en las manos de Dios, de confiar en Él.
En la Carta Apostólica, Patris Corde, que el Papa Francisco nos ha escrito en este año dedicado a San José, comenta: “También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada mas amplia”. (Papa Francisco, Patris corde, Cap. 2).
Y ésta es la lección que nos da José Evangelio de hoy. En éstas estaba el carpintero de Nazaret.

LOS SUEÑOS DE JOSÉ

Y entonces, mientras pensaba en estas cosas…

“un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes -no temas dicen otras traducciones- no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha sido concebida por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”

(Mt 1, 20-21).

“Cuando José se despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa”

(Mt 1, 24).

José tiene “miedo” ante lo grande, miedo ante el misterio de lo sobrenatural… Pero el ángel le hace ver con claridad su misión, su vocación, y él se lanza…
El Papa Francisco sigue comentando: “José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en la palabra del ángel (…)

Muchas veces ocurren hechos en nuestra vida cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión. José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad. (…) José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. (…) Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada…” (Papa Francisco, Patris corde).

Aprendamos del Santo Patriarca. A pesar de las dificultades o de los imprevistos, a pesar que tal vez nos imaginábamos unas Navidades distintas, estemos como estemos, preguntémonos: ¿estoy haciendo ahora lo que Dios espera de mí? Ahora, en estos días de Adviento, en esto días previos a la Navidad… No deja de ser la misma pregunta, o la misma duda, que le asalta a José ante el panorama que tiene delante, que al final le llevará a la primera Navidad.

SIGAMOS A JOSÉ PARA NO PERDERNOS

Seamos valientes y fuertes como él, acojamos lo que Dios nos manda. Y caminemos de su mano hacia la Navidad, así como se nos presenta este año. No nos desviemos, no vayamos por otros derroteros. Sólo se puede llegar bien preparado si recorremos el camino de la voluntad de Dios para cada uno de nosotros, como San José. Es más, él nos puede ayudar a no perdernos.

Cuentan que iban a fundar un monasterio. “La Madre Teresa de Jesús, con sus monjas, atraviesan la Sierra Morena. Vueltas y revueltas, derrumbaderos que no acababan nunca. La Madre advirtió cierta inquietud y duda en los arrieros. Presintió el peligro. Inmediatamente hizo rezar a sus hijas: Los carreteros van perdidos, hijas. Pidamos a Dios y a nuestro padre San José que nos encaminen de nuevo. Se oyó entonces, desde lo hondo del barranco, la voz de un viejo pastor, acostumbrado a vocear a distancia: ¡Paren! ¡Deténganse! Se van a despeñar si siguen por allá. Frenazo en seco, confusión.

Están perdidos en medio de la Sierra, y comprueban que iban derechos a un barranco. Pero ¿cómo hacer para salir? Pues haciendo así bocina con las manos preguntaron por dónde podían pasar a aquel que les había gritado. Y escucharon: Retrocedan despacio, no hay peligro. A cien vueltas de rueda hacia atrás está el camino. Se bajó uno y fue a comprobarlo y efectivamente. Todos intentaban localizar al de la voz, al que les había gritado, para agradecerle, porque les había salvado la vida. Intentaron, pero nada -se había desvanecido. Y el semblante de Teresa de Jesús resplandecía de amor, de lágrimas y de confusión: -Me duele dejarles seguir buscando -le decía a sus hijas-, porque no encontrarán a nadie. Pero no podemos decirles que la voz esa era la respuesta de nuestro padre San José a nuestras plegarias”. (cfr. M. Auclair, Vida de Santa Teresa).

SAN JOSÉ NOS INDICA EL CAMINO

¡Qué claro lo tenia Teresa de Jesús! Y así es José: indica el camino. Nos enseña, nos ayuda a saber discernir. A responder a la gracia de Dios que es la que nos va señalando por dónde, a través de los sucesos de nuestra vida, o a través de los consejos, o a través de las sugerencias que nos da en nuestra vida de oración.

Que nos ayude especialmente en estos días para poder recorrer sin peligros el camino que lleva a Belén y llegar bien dispuestos a celebrar la Navidad. Pero a base de hacer la voluntad de Dios. Es, me parece, la mejor manera de llegar con paz a la Noche de Paz.
José tiene paz. Duerme, y duerme bien, hasta el punto que sueña; y sueña “cosas bonitas”.
Pues queremos ser como San José, que después de María, es la persona que llegó mejor preparada a aquella primera Navidad.

¿Y nuestros problemas y nuestras preocupaciones? Bueno, hagamos lo que hace el Papa: dejémoslos en las manos del Santo Patriarca.

Aquella confidencia que nos hizo el Papa Francisco en su viaje a Manila:

“Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a San José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de San José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros, no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de San José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema.” (Papa Francisco, Filipinas, 16 de enero de 2015).

“Pues Madre nuestra, nosotros haremos lo mismo. Acudimos a tu esposo fiel y casto, que es custodio tuyo y de ese Niño que nacerá en pocos días: del Emmanuel, del Dios-con-nosotros”.

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