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NADIE ESCAPA DEL CORAZÓN DE CRISTO

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AYUDA AL PRÓJIMO: CORAZÓN DE CRISTO

Yo le debo muchas cosas a 10min con Jesús, ¡muchas! Te voy a contar una historia que me pasó, y por la que le doy muchas gracias a Dios.

Una vez comenté en una meditación que me había llamado el profesor de una escuela de fútbol, en un pueblo pesquero del Atlántico colombiano. Y me pedía que si podía ayudarle a conseguir los regalos de Navidad para los niños de la escuela.

Muy bien. Y lo comenté así en una meditación. Le saqué punta espiritual. Dije que lo que necesitábamos era pedirle al Señor regalos para el alma. Virtudes que nos hicieran parecer más a Jesús. Y ahí se quedó el tema.

Yo no pedí un regalo, no pedí ni un regalo. En todo caso, me llegaron varios mensajes de personas que me decían: —Padre, ¿qué necesita?, yo quiero ayudar a esos niños, ¿cómo les puedo mandar los regalos?

Y entonces comencé a hacer de puente para regalarle a estos niños un detalle para la Navidad.

«Pero Señor, Tú sabes cómo haces las cosas». Estos regalos al fin los terminamos consiguiendo con una escuela de negocios, de unas personas muy generosas que consiguen muchos regalos en Navidad. Y les regalamos a estos niños unos regalos para Navidad.

Pero claro, yo ya quedé con un dinero que me habían dado estas personas generosas, muy generosas. Y dije: ¿y ahora qué hago? Entonces hubo un amigo al que le había pedido regalos para estos niños, y me dijo: —Yo me encargo de conseguirle por lo menos diez regalos con mi familia.

Entonces me tocó llamarlo, decirle: —Oiga, ya conseguí los regalos, no hace falta. Y me dijo: —Ah, ¿y cómo los consiguió? —Pues, le conté la historia de la escuela de negocios de las personas generosas, y me dijo: —Oiga, usted quedo con una plata, ¿cierto? Y yo: —Sí, ¿cómo lo descubriste?

NECESIDADES EN CIUDAD BOLÍVAR

—Oiga, mire, hace rato la mamá de un niño del colegio en el que trabajó, me llegó diciendo: —Quiero llevarlo a una zona muy pobre en Ciudad Bolívar, una zona muy pobre de Bogotá. Quiero llevarlo allí porque hay unas necesidades muy urgentes de unos abuelitos pobres que la están pasando mal.

Entonces dije, pues me interesa. Hablé con esta mamá y terminamos yendo, visitando a los abuelitos y dándonos cuenta de unas necesidades muy urgentes que tenían. Me acuerdo de una pareja de abuelitos que dormían en una tabla. ¡Y ya mayores ellos…

También había una señora minusválida que casi no se podía ni mover, que no tenía un baño digno. Es que ni siquiera te voy a contar cómo era su baño, porque no era un baño…

Había un abuelito que estaba viviendo en un tugurio, en un ranchito de tablas, en un barranco, y que cuando llovía se le levantaban las tejas y le entraba agua… ¡En unas condiciones impresionantes! Bueno, terminamos ayudando también a estos abuelitos. Y así pasó más de un año.

Y hace unas semanas, me llamó una de las señoras que ayudó con sus donaciones. Me dijo: —Padre, yo quiero seguir ayudando, ¿que necesita? ¿Usted sabe de alguna familia que lo necesite?

Yo dije: —Pues déjame. Yo llamo a esta persona, a este contacto que tengo en Ciudad Bolívar.

Y me dice la señora: —No lo puedo creer, este fin de semana acaba de ocurrir un incendio en uno de esos ranchos de esos tugurios, en unos sectores de invasión y se quemaron doce ranchos.

Allí estaba viviendo una familia. Una pareja con dos hijos. Una bebé de apenas ocho meses, y perdieron ese ranchito -que no era de ellos, porque se los había prestado una señora.

Y en el lugar donde ellos vivían, al lado, había una marranera, y cuando llovía se les entraba toda el agua de la marranera a su casa. Y ellos con una criatura de ocho meses, ¡ya te imaginarás!

HIJOS BENDITOS DE MI PADRE

«Ahí estamos, Señor, intentando ayudarle a esta familia. Vamos a ver cómo le podemos ayudar». Y ésta es una historia real. Este es un regalo que yo he podido recibir también del Cielo por estos 10min con Jesús.

Porque esta persona me ubicó, no sé cómo, que terminó consiguiendo mi teléfono y diciéndome: —Padre, ¿qué necesita? Yo a nadie le voy a dar nunca mi teléfono, ni mi correo electrónico, pero esta señora se lo terminó consiguiendo.

Señor, voy al Evangelio del día. (Dios mío, ya pasaron cinco minutos y tengo que decir muchas cosas que nos pueden ayudar a hacer un rato de oración).

«Venid, vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber. 

Fui forastero y me hospedaste. Estuve desnudo y me vestiste. Enfermo y me visitasteis. En la cárcel y vinisteis a verme». 

«Y yo pienso, Señor, en serio, hay tantas necesidades».

«Entonces los justos le contestarán: —Señor, cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed, y te dimos de beber; cuándo te vimos forastero, y te hospedamos, o desnudo, y te vestimos. Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte. 

El rey les dirá: —En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».

«Señor, yo quiero tocarte. Yo quiero verte. Yo no quiero tener esta experiencia de preguntarte: —Señor, yo nunca te vi. Nunca me crucé Contigo. ¿Cuando te vi necesitado?… Si te hubiera visto necesitado, ¿Tú crees que no te hubiera ayudado? ¡Por Dios! Hubiera dejado todo lo que utilizo para dártelo a Ti… ¡Claro!»

TOCAR A CRISTO

Pero es que Jesús no se nos va a aparecer con su barba, su pelo largo y con su manto de hace veinte siglos. ¡No, no, no! Jesús nos va a salir al encuentro de esas personas necesitadas.

Esta historia también te la he contado. Es la historia de un amigo sacerdote cubano, que en plena pandemia, un joven se le acerca y le dice: —Padre, yo necesito tocar a Cristo, quiero tocar a Cristo.

Y lo lleva a tocar la imagen de Cristo que tiene en la sala de su casa. Un Cristo grande, de madera, muy bonito. Pues mira, aquí está, tócalo. Y este joven le dijo: —¡No, no, no! No, padre, siento en mi corazón que aún puedo y debo tocar mejor a Cristo.

Yo le pedí que me volviera a contar la anécdota. Incluso se la pedí en un video, a ver si lo publico, que es muy bonito. Es una historia real, es una anécdota real.

Y entonces cuenta este sacerdote que le llamó mucho la atención ese sentimiento y que entendió perfectamente lo que quería este joven.

DESCUBRIR EL DOLOR DE LOS QUE SUFREN

Te voy a decir lo que me dijo este sacerdote en el video. Y a continuación, estas son palabras textuales del sacerdote.

“Yo le dije a este joven: —Si quieres tocar a Cristo de modo seguro, debes ir donde está el hombre que sufre. En cualquiera de las modalidades de sufrimiento, acercarse al hombre que vive en el dolor. Es un modo de tocar a Cristo”.

Existen periferias existenciales en la vida humana. Me llamó mucho la atención la amplitud del corazón y del mensaje de san Josemaría cuando dice que tenemos que amar a todos. Nadie puede escapar del corazón nuestro, porque nadie escapa del corazón de Cristo. </

Amar a todos, a los de arriba, a los de abajo, a los de la izquierda, a los de la derecha, a los pobres, a los sencillos, a los de allá… 

En estos tiempos hace falta abrir la mente, abrir la visión, abrir el corazón, y salir al encuentro de todo hombre que sufre, porque ahí está Cristo sufriendo. 

Y salir en auxilio de las personas que sufren en el cuerpo, en el espíritu, en lo social. Salir en auxilio de Cristo es tener una experiencia de vida espiritual, concreta, real, grande, fuerte.

(Además lo dice con acento cubano muy chévere).

Dondequiera que exista una persona que sufre, descubrir su dolor. Compartir su dolor e invitar a todos a la Resurrección. 

o estamos llamados a quedarnos en la Cruz. Estamos llamados a llegar a la Cruz, abrazar a Cristo en la Cruz, pero también a resucitar con Él en cada hermano”. 

VER EL CORAZÓN DE CRISTO

Fíjate qué palabras tan impresionantes las de este amigo sacerdote. En este breve video en el que le pido que me cuente una historia y me termina dando una meditación.

Y le dije: —Padre fulanito, (no voy a decir el nombre, porque de pronto lo conoces) voy a mencionar todo esto que me dices en la próxima meditación de 10min con Jesús, porque el Evangelio habla de esto .

“Jesús, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos?, ¿o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?, ¿o con sed y te dimos de beber?”

“Señor, estoy dispuesto a que me presentes la posibilidad de ayudarte. Estoy dispuesto a encontrarte en aquel que lo necesita. A veces no tenemos ni siquiera necesidad de ir a buscar a las personas. ¡Las tenemos ahí! …

Los de arriba, los de abajo y los de la izquierda y los de la derecha. ¡Ahí los tenemos! No tenemos que irnos a Ciudad Bolívar, al barrio más pobre, y mirar a ver qué necesita la gente.

Muchas veces las tenemos ahí, en la propia familia, en la propia casa…

«Pues, Señor, danos esa luz. Muéstranos que eres Tú el que necesitas esa ayuda, el que necesitas ese cariño, esa atención».

Acudimos a nuestra Madre y le pedimos un corazón grande como el de su Hijo, que esté dispuesto a subir a la Cruz y abrirse de par en par con esas manos abiertas para ayudar al que lo necesite.

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