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P. Santiago

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ASOMBRO ANTE EL CORPUS CHRISTI

En esta solemnidad del Corpus Christi consideramos la grandeza de Jesús, que se hizo tan pequeño, tan humilde, que se olvida de su majestad, para dársenos en la Eucaristía y hacernos partícipes de su divinidad.

ASOMBRO ANTE EL CORPUS CHRISTI

Hay una canción que dice:

🎵 Milagro de amor tan infinito

En que Tú, mi Dios

Te has hecho tan pequeño y tan humilde

Para entrar en mí.

Milagro de amor tan infinito.

En que tú, mi Dios, te olvidas

De tu gloria y de tu Majestad

Por mí. 🎵

CORPUS CHRISTI

Si la conoces, seguramente la estás tarareando, incluso hasta cantando…

Hoy es la solemnidad del Corpus Christi.

Señor, que el latir de mi corazón te celebre hoy todo el día. ¡Todo el día! Cuando lata mi corazón, que te celebre, que te cante y que te dé gracias por tu presencia real en las Sagradas Especies, de un pedacito de pan, de un poco de vino. Porque ahí estás presente, con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos: ¡Ahí estás, Señor!

En la Primera Lectura de la misa de hoy, Moisés baja y cuenta al pueblo su encuentro con Jahveh, uno de sus encuentros. Y yo pensaba: —Ahora el que baja directamente es Dios del Cielo. Jesús que baja desde el Cielo, en un pedacito de pan de los ángeles… panes angélicos. Baja y se ponen sobre el altar.

En el Evangelio de la misa de hoy, también se nos cuenta en san Marcos, la Última Cena. Señor, todo fue muy rápido; incluso se tuvo más precaución con la preparación que, en la Última cena,

SOMBRO Y FALTA TIEMPO

La Última cena a mí me da la impresión de que pasó súper rápido. ¡Listo y ya salió Jesús para Getsemaní, al Huerto de los Olivos! Luego la oración en el huerto y ya la última escena pasó… ¡Todo fue muy rápido!

Faltó tiempo, faltó sosiego para detenernos ante ese misterio tan grande de la Eucaristía.

Ese gran misterio de amor obrado por Ti, Jesús, en la Última Cena. Y después la Cruz, también rápido… Toman a Jesús preso; pasa la noche y al día siguiente subió a la Cruz.

Además, no está nadie, solamente san Juan, Santa María, mi madre, Tu madre. Jesús, y unas pocas mujeres y ya.

Pero poca gente en misa y poca gente en misa. En la primera misa, tú le habías adelantado en la última cena. Y tampoco tuvimos tiempo allí para adorarte. Tampoco tuvimos tiempo para detenernos y asombrarnos delante de esa maravilla.

Señor, en este rato de oración, en esta conversación que tenemos Contigo, yo sí quiero pensar que eres el autor de todas las cosas. Viniste a la tierra. Tomaste carne en el seno purísimo de María, siempre Virgen.

Estuviste aquí unos años de oscuridad, y no porque hayan sido años oscuros, sino porque no sabemos nada de cómo fueron esos años de vida oculta, quizás trabajando en el taller de Nazaret.

ASOMBRO ANTE EL CORPUS CHRISTI
asombro corpus

BUSCARLO EN LA EUCARISTÍA

Luego los tres años de vida pública. Todo el misterio de la pasión en la Cruz. La muerte. Tu resurrección. Y después esas tertulias que tuviste después de la resurrección con los apóstoles. ¡Todo eso es maravilloso!

Pero, Señor, si consideramos ahora tu vida con amor, mayor maravilla, Debemos considerar al querer quedarte con nosotros en la Eucaristía. No te quieres apartar de nosotros. Buscas la manera de quedarte con nosotros allí, en la Eucaristía, en el Sagrario.

Por eso hoy es un momento para adorarlo. Piensa si tienes tiempo para adorar, piensa si has tenido la experiencia, por ejemplo, de estar en una procesión del Corpus Christi.

Yo la tuve hace unos días en el colegio en el que trabajo, y eso es apoteósico. Nada que hacer… Eso es la cosa más asombrosa del mundo.

Las flores, los tapices, los cantos, el incienso, las campanas, los pajaritos, las niñas todas de rodillas y sus mamás también por allá… Vinieron muchos abuelitos en esta procesión.

¡No, no, no, una cosa impresionante! Incluso, Señor, nos llovió un poquito y en el último de los altares empezó a caer una lluviecita bendita. ¡Una bendición!

También ahí se quedó todo el mundo de rodillas. Nadie se movió. La custodia se mojó un poquito, también los corporales y los lienzos se mojaron, pero bueno, ya se secarán. ¡Y ahí nos quedamos todos!

BENDICIÓN DEL CIELO

También con la lluvia, una maravilla, una bendición del Cielo… ¡Que tengas deseos de adorar, que tengas deseos de irte a poner delante de Jesús en el Sagrario con tiempo para estar allí adorando!

Señor, te adoro, te adoro… Me pongo de rodillas porque sé que estás allí, en ese pedacito de pan… Detenernos a adorar.

Yo llevaba la custodia Santísima con el Santísimo, con Jesús presente en la Eucaristía; y caminando entonces, las leyendas o los letreros que aparecían en los tapices, uno los tenía que leer de aquí para allá caminando.

Entonces había uno que me gustó mucho y decía:

“Te adoro. Creo. Espero. Amo”.

Eso tenemos que pedir delante de la Eucaristía, Señor, que nos aumentes la fe, que nos aumente la esperanza, que nos aumentes el amor. Y adorarte.

Aquí estoy, Señor, por adorarte. Quiero pedirte esto, desde luego, pero, sobre todo, me pongo de rodillas para adorarte, porque sé que ahí estás. ¡Ahí estás!

Y pensaba que claro, en la Cruz no hubo tiempo; en la Última Cena no hubo tiempo a adorar.  Eso lo podemos hacer después de que vino el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es quien nos ayuda a contemplar el misterio del Santísimo Cuerpo del Señor, que llena la vida de la Iglesia.

EL ESPÍRITU SANTO

Es clave el Espíritu Santo. Tenemos que pedirle a Él que nos ayude a adorar a la Eucaristía, entender lo que es la Eucaristía, hoy, en esta solemnidad. Jesucristo, queriendo hacernos partícipes de su divinidad.

Para eso bajas del Cielo, Jesús, para asumir nuestra naturaleza, a fin de que nosotros asumamos también la naturaleza divina. Los hombres nos hiciéramos como ‘diocesitos’.

Eso es lo que Tú quieres con la Eucaristía, también cuando te recibimos en la gracia de la Eucaristía, nos permites participar de tu divinidad, de la gracia de tu divinidad.

Siempre nos vamos a quedar cortos en campanas, en cálices, en manteles, en flores. Siempre nos vamos a quedar cortos.

Pero ¡qué bueno, qué maravilla, Señor, poder honrarte hoy en la Eucaristía, darte gracias por quedarte con nosotros y poder adorarte de rodillas, haciendo un acto de fe:

“Señor, creo que estás aquí y te quiero y te adoro”.

Quiero terminar este rato de oración con un punto de Camino (p. 432). Un librito que escribió san Josemaría no tiene desperdicio, a mí me ha ayudado muchísimo leerlo y meditarlo estos días.

ASOMBRO ANTE EL CORPUS CHRISTI
asombro corpus

LA SAGRADA EUCARISTÍA

“Considera lo más hermoso y grande de la tierra…, lo que place al entendimiento y a las otras potencias…, y lo que es recreo de la carne y de los sentidos…

Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. —Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas…, nada vale, es nada y menos que nada, al lado de ¡este Dios mío! —¡tuyo! — tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa… y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía”.

Es un milagro, Jesús, que estés en el altar. Es un milagro que estés en el Sagrario. Milagro de amor tan infinito.

Vamos a acudir a nuestra Madre Santa María, para que nos ayude a comprender este misterio tan grande. Que vayamos a ella y le pidamos su piedad, pureza y humildad para recibir a Jesús allí presente.


Citas Utilizadas

Ex 24, 3-8

Sal 115

Hbr 9,11-15

Reflexiones

Madre, te pido me des piedad, pureza y humildad para recibir a Jesús que pasa cerca de mí. Que pueda comprender este misterio del Corpus.

Predicado por:

P. Santiago

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